El objetivo de “reimaginar la realidad juntos, desde una perspectiva tecnológica”, afirma la CEO de ATOS en España y Portugal, Pilar Torres, viene enmarcado “en unos tiempos de profundo cambio”. La tradicional observación de que estamos en un momento de transformación “ahora realmente es así”, sobre todo por el desplazamiento del centro de gravedad del mundo cada vez más hacia Oriente, a lo que hay que sumar “cambios generacionales muy profundos”.
Resulta clave por eso, en su opinión, “poner el énfasis en las personas”. La realidad que tenemos en España es la de una longevidad muy significativa, que arroja “unos porcentajes de población mayores de 65 años ya de alrededor del 20%”. Desde el punto de vista sociológico, apunta Pilar Torres, “el tema de las generaciones empieza a ser un factor muy importante, porque los millennials, que nacieron a finales del siglo pasado, empiezan a tener más de 40 años y van adquiriendo un peso muy importante en decisiones de consumo o en el mercado laboral”. Hay otras generaciones, como la Z o la Alfa, los menores de 41 años, “que ya empiezan a ser tan numerosos como el resto de todas las generaciones juntas en la sociedad, son ya el 45% de nuestra población”.
Si trasladamos esos datos a la tecnología, tenemos dos colectivos grandes colectivos: el pre-web y el post-web, “cuyos componentes no se imaginan haber nacido en un mundo sin internet”, explica. Esa diferencia irá creciendo y lleva aparejada “una transformación en los valores, en cómo vemos la vida, en cómo consumimos cómo abordamos el mercado laboral y nuestra vida diaria. Hay una brecha digital que se está creando con el colectivo de personas que no se sienten embarcados en este ritmo tan rápido de la tecnología”, asegura la CEO de ATOS, “los vamos a ver cada vez más, y tenemos la responsabilidad y la obligación de hacer que esas brechas no sólo no aumenten, sino que vayan disminuyendo y a ser posible no existan”.
“Nuestros datos son muchas veces el producto o el subproducto de los servicios digitales que utilizamos”, señala Pilar Torres. Hay que tener en cuenta, por eso, “los efectos no deseados que podría tener la tecnología, y para eso el regular el acceso a la propiedad y a la gestión de los datos, como tenemos en Europa con el RGPD, es fundamental”.
En la actual década, esa normativa “ha ido acortando camino a la tecnología”, según la CEO de ATOS. “Esto no siempre es fácil, porque la tecnología, en particular en este campo, va a una velocidad increíble y la regulación intenta ir cogiendo terreno lo más posible”. Apuesta por la creación de sandbox, “entornos seguros donde se pueden hacer pruebas de una manera controlada”, especialmente a raíz del nuevo paradigma que acompaña a la expansión de la inteligencia artificial y todos los desarrollos de nuevos algoritmos.
Según Pilar Torres, “la transformación no puede hacerse a costa de nada, no se puede comprometer la seguridad frente al progreso, que tiene que ser inclusivo y accesible para todo el mundo”. Junto a ello, “tenemos que contribuir a que esa transformación se haga de forma sostenible para el medio ambiente y las generaciones futuras”.
En el día a día, “veremos que cada vez más se van a ir desplegando nuevas dimensiones virtuales, donde el mundo físico y el virtual empiezan a mezclarse. Tenemos muchas veces la tendencia de fijarnos en las limitaciones, pero también esta es una época de oportunidades enormes que podemos aprovechar. Cómo tener lo mejor de esos procesos de funcionamiento físicos, virtuales, híbridos; cómo podemos hacer que nuestros equipos de trabajo no sólo actúen de forma remota o presencial, sino de manera compartida, aunque sus miembros estén en distintas sedes, en distintos puntos geográficos”, afirma.
“La economía del dato ya es una realidad hoy y está cambiando muchos valores y fuentes de desarrollo y crecimiento de muchas de nuestras empresas, que están convirtiendo sus modelos productivos tradicionales en nuevos modelos productivos junto con los datos”, según la CEO de ATOS. ATOS es miembro fundador de Gaia-X, que es “la iniciativa europea para impulsar la economía de datos compartidos de forma segura y fiable, que es importantísimo”.
Otra de las áreas de innovación “que iremos viendo cada vez más” tiene que ver con la supercomputación cuántica, porque “tenemos un volumen creciente de datos, algoritmos más complejos para gestionarlos y las dimensiones y las escalas crecen exponencialmente”. Su compañía es la única europea fabricante de computación de alto rendimiento, “tenemos el primer simulador cuántico instalado en España y acabamos de unirnos al Barcelona Supercomputing Center para proveer el Mare Nostrum 5, que es el relevo de próxima generación que soportará la computación e investigación en áreas tan fundamentales como la medicina, el propio desarrollo de la computación, nuevos algoritmos, el elemento de sostenibilidad orientado al propio desarrollo digital…”
“¿Eso es ciencia ficción? No, con AEMET hemos multiplicado por 10 su capacidad de cómputo para tener mejores modelos que nos permitan disponer de predicciones meteorológicas más eficientes, con un impacto enorme en agricultura, en industria y en nuestras vidas, en protección ciudadana, por ejemplo”, explica Pilar Torres. Su estrategia se basa en dos pilares: “la ciberseguridad, porque es absolutamente básico tener ese entorno que nos permita seguir innovando con transformación digital; y la sostenibilidad, que es fundamental no sólo a largo plazo, sino también a medio y corto”.
La economía circular nos invita a plantearnos “cómo hacemos que todo este progreso realmente esté conectado y podamos tener estas comunidades de colectivos que crean, pero también reutilizan, distribuyen, recuperan, reciclan y reparan. Cada vez más no sólo somos consumidores, sino también creadores de contenidos, de servicios, con un smartphone se pueden hacer post en redes sociales y también cortometrajes para lanzarse al mundo artístico. Esto lo veremos de forma creciente y requiere que tengamos ese desarrollo de talento no sólo para consumir, sino también para crear estos servicios”, advierte Pilar Torres.
Uno de los aspectos definitorios del momento actual es que “la barrera de entrada a las tecnologías continúa bajando”. Las tecnologías de vanguardia están accesibles “a una pyme y a una gran empresa, a un gobierno y a una organización regional, porque realmente ya no hay límites”.
Nos adentramos asimismo en un mundo de “personalización en masa”. Antes costaba mucho dinero y recursos utilizar servicios en la nube, pero las actuales capacidades de computación de grandes cantidades de datos “nos permiten combinar muchos ejes distintos y hacen que tengamos servicios en los que se personaliza no sólo la publicidad, sino también los tratamientos médicos, podemos incorporar tratamiento genómico personalizado, podemos hacer itinerarios formativos personalizados para cada alumno”, destaca. Gracias a la tecnología, “podemos bajar a un nivel mucho más cercano y no manejar colectivos, sino personas, que es lo que queremos, aunque sean muchísimas”.
“Empezamos a ver también un número creciente de interacciones humanos-máquinas que no sólo se limitan a los call center. Muchas veces encontramos máquinas que nos contestan y no sabemos a veces si son humanas o no, tenemos nuestras sospechas, pero no lo sabemos seguro y cada vez lo iremos viendo más”, explica. Y el metaverso “empieza a ser una de las grandes tendencias”.
“La pregunta clave es: ¿ahora qué hacemos? En el sentido de: ¿cómo hacemos todo esto tangible, real y algo que podamos realmente utilizar?” En primer lugar, afirma, “es clave tener ecosistemas abiertos, en los que podamos innovar, tener participación de distintos talentos, crear esas nuevas experiencias para nuestros clientes, para los ciudadanos y para nosotros mismos”. A continuación, invita a utilizar “todos los instrumentos a nuestro alcance, que son muchos, de una manera armonizada, a nivel europeo, estatal, regional, también desde las empresas en esa colaboración público-privada tan importante. Hacen falta directores de orquesta digitales que hagan trabajar todo esto de forma armónica y coordinada”.
Es fundamental para la innovación “ser capaz de fallar rápido, barato y seguro”. La tecnología hoy en día “hace eso posible”. En el pasado, montar un gran proyecto con una base tecnológica “costaba meses y el riesgo del fallo era muy elevado, no sólo a nivel económico, sino también moral de las personas que se embarcaban”. Hoy hay nuevas maneras de innovar, dice, “con metodologías ágiles, de mejora continua, con escenarios de prueba controlados, donde realmente no hay un funciona/no funciona, sino que voy creando, construyendo, mejorando, iterando, de una manera continua, y ese también es un paradigma que tiene que cambiar la manera en la que desarrollamos innovación y, sobre todo, la implementamos”.
Y termina abogando por una tecnología “por, para y con las personas”.