El coronel David Álvarez es jefe del Regimiento de Transmisiones Nº 21, “la unidad de transmisión más grande que tenemos en España”, ubicada en Marines (Valencia) en la que trabajan “1.200 militares especializados en telecomunicaciones y sistemas de información”. Su regimiento “tiene 151 años”, explica, inicialmente se creó para “unificar el procedimiento de empleo de los materiales”, cuando la tecnología de comunicación más avanzada era la telegrafía óptica. En 1897, el Batallón de Telégrafos, origen de este regimiento, “tenía una red de más de 124 torres de telegrafía óptica y más de 1.500 km de comunicaciones solo en la isla de Cuba”.
En su intervención en el Redit Summit 2023, el coronel destaca la figura del comandante Julio Cervera, nacido en Segorbe, que estudió en la Universidad de Valencia y fue pionero en radiocomunicaciones. En su caso, “ya no hablamos de telegrafía óptica, sino de comunicaciones vía radio”, apunta David Álvarez. “Hizo una demostración a la reina María Cristina en 1899 de transmisión de audio a ocho kilómetros de distancia”.
En 1914, España ya contaba una red de telegrafía por toda la geografía nacional. “La telegrafía es la base de las comunicaciones en la Antártida, sobre todo cuando en el año 1988 se establece la base”. En aquel momento, las comunicaciones vía satélite eran escasas, y las portátiles, menos habituales todavía.
“España tiene dos bases antárticas. Una es militar, del Ejército de Tierra, la Gabriel de Castilla”. Se encuentra en la península Antártica, muy cerca de Sudamérica. “Esta corona es un volcán activo. Somos un poco temerarios en el sentido de que hace 50 años ahí se destruyó una base chilena y una inglesa. Ahora hemos llegado los españoles y los argentinos también tienen ahí una pequeña base que ocupamos durante el verano polar”, relata el coronel David Álvarez.
En cuanto a los motivos para estar presentes allí, “la Antártida es una reserva para la ciencia, no se puede hacer ningún otro tipo de explotación más”. La función del Ejército consiste en dar apoyo logístico a los científicos y, por otro lado, “desarrollar nuestros propios experimentos, pruebas o experimentos de innovación que luego aplicamos en otros entornos”.
La otra base, la Juan Carlos I, es del Ministerio de Ciencia e Innovación. “Y la tercera base que decimos nosotros es el buque de investigación oceanográfica Hespérides, cuyo puerto está en Cartagena”.
El coronel David Álvarez cuenta que las primeras expediciones españolas “empezaron durmiendo en tiendas de campaña. Durante el verano polar, la temperatura normal son 0 y 1 grados. El problema es que el día que hace malo, que es la mayoría, la sensación térmica está entre -20 y -30 grados”.
Avances tecnológicos relevantes
“Los militares son pocos, hay un especialista o dos en comunicaciones, el cocinero, el mecánico, el de energía, el que mantiene las instalaciones, el jefe de la campaña y poco más”. El resto del personal son “científicos que desarrollan sus proyectos con nuestro apoyo. Les llevamos, les facilitamos herramientas material o lo que sea necesario”.
En este tiempo han cobrado relevancia avances como Spainsat, el satélite español de comunicaciones de nueva generación. Las primeras comunicaciones de radio se basaron en la banda de HF (high frequency, onda corta). Posteriormente fue un evolucionando, “pasamos de 50 a 2.400 transmisión de mensajes telegráficos, y a hablar por radio y por teléfono a través de una integración. Poco después, llegaron las comunicaciones vía satélite”, afirma.
Pero, al principio, sólo era posible comunicarse con el resto del mundo por radio. “Si no va, no hablo con nadie, estoy aislado y morimos todos. Por suerte no fue así, llevamos gente muy capacitada y preparada para ello”, dice el coronel.
La situación ha cambiado sustancialmente desde entonces. “Los medios comerciales ofrecen cada vez más capacidad y la novedad este año, ahora que Elon Musk ha empezado a lanzar satélites en órbita polar, es que hay cobertura de la constelación Starlink”. Se trata de una comunicación de banda ancha y, por tanto, “va a suponer un salto importante para todos nosotros”.
En 2006, se pudo empezar a desplegar un terminal propio militar “que disparaba la capacidad de comunicación. Este año, vamos a lanzar nuestro primer satélite, que la incrementará aún más. Es algo necesario porque los científicos necesitan compartir su trabajo para seguir colaborando con sus universidades o centros de investigación”.
La demanda de capacidad de comunicación crece de forma exponencial en la Antártida. “Ponemos un sistema y enseguida se colapsa, estamos todo el día haciendo inventos para poder dar gusto a todos”, comenta el coronel David Álvarez. Eso implica lidiar con una “complejidad de medios multiplicada: mejora la capacidad, damos más servicio, pero el número de personas desplazadas allí no aumenta, por tanto, lo que hay que aumentar es el conocimiento del que va allí”.
Los responsables de los sistemas de informes y comunicaciones “tienen que hacer muchas cosas in situ, manejar sistemas de comunicación y radio, sistema de comunicaciones por satélite, sistema de información conectado a internet… Precisamente, internet es una puerta de riesgo y de ataque, y tenemos que aplicar muchas medidas de seguridad”.
El sistema de información más novedoso en 1997 era el teletipo, ya no era el código morse. “Ya podíamos mandar texto y algún archivo anexo con un módem que se estrenó por entonces. Es brutal la cantidad de sistemas que tenemos ahí montados. La telemedicina ya lleva unos años, pero ha evolucionado ahora a un sistema de monitorización de constantes vitales en tiempo real”, dice el militar valenciano.
Es clave el despliegue del Sapzo (Sistema de Apoyo a Personal en Zona de Operaciones), que “permite a todo el mundo tener en operaciones no solo en la Antártida, sino también en Irak, en Turquía, en Letonia, en Mali, en República Centroafricana o en cualquier buque de la Armada”. Cuando las misiones duran meses, del acceso a internet depende el contacto con las familias, “un soporte muy importante para la moral y el bienestar de la gente ahí desplegada”.
Lo que se necesita para hacer posible la visión de un Real Madrid-Barça en tiempo real, “nadie se lo imagina a nivel de gente, no solo militar, sino también de empresas de apoyo, especialmente Telefónica y mucha tecnología parecida a la del AVE, al sistema de Play Renfe, pero un poco más complicada, porque no tenemos la infraestructura de comunicaciones de la Península”.